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Ciencias Biológicas y de la Salud
Estudio científico revela la necesidad de reducir y regular los pesticidas agrícolas en Patagonia Norte
La investigación se llevó a cabo en el Noroeste de la Patagonia y sus resultados indican el potencial de las colmenas de abeja para detectar sustancias contaminantes en el ambiente y los riesgos para los polinizadores y la salud humana. La investigación fue liderada por científicos/as del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente.
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Las abejas de la miel son capaces de volar grandes distancias desde la colmena, en busca de flores donde “pecorear” (recolectar) polen y néctar que utilizan para alimentar a la colonia y producir miel. Durante estos vuelos las abejas se pueden encontrar con muchas sustancias contaminantes que son liberadas al ambiente, entre las que se encuentran los plaguicidas, compuestos químicos que se usan para prevenir, combatir o controlar plagas agrícolas. Estos plaguicidas, en particular los insecticidas, pueden afectar la salud de los polinizadores, incluidas las abejas de la miel. Estas últimas pueden ingerirlos o transportarlos a la colmena para alimentar al resto de la colonia, acumularlos en la miel y/o el polen. De esta manera, este efecto negativo también se traslada a la apicultura y, por lo tanto, a la salud de quienes consumen miel y otros productos de la colmena.
En los últimos años se han acumulado evidencias de la presencia de plaguicidas en mieles, principalmente provenientes de regiones y agroecosistemas del país y del mundo con una agricultura intensiva, industrial, de gran escala, que demanda grandes volúmenes de insumos externos, incluidos fertilizantes sintéticos, herbicidas y pesticidas. ¿Cuál es la situación en regiones con una agricultura de pequeña escala, inmersa en una matriz heterogénea de ambientes seminaturales? Para responder esta pregunta analizamos en un laboratorio certificado mieles que habían sido cosechadas en distintas localidades del Noroeste de la Patagonia en la temporada 2014, en búsqueda de residuos de 65 plaguicidas diferentes pertenecientes a 4 grandes grupos químicos: Organoclorados, Organofosforados, Carbamatos y Piretroides.
Encontramos que 7 de las 10 muestras de miel analizadas, contenían residuos de al menos de estos plaguicidas, incluso algunas muestras contenían más de un plaguicida. Las sustancias detectadas fueron los organofosforados Chlorpyrifos-ethyl, Pirimiphos-methyl y Dichlorvos, y el piretroide Cipermetrina. Todas estas sustancias son consideradas de alta toxicidad para las abejas y de riesgo moderado para la salud humana, excepto el Diclorvos que es considerado de riesgo alto. Todos los organofosforados se encontraron en concentraciones menores a 0,1 mg/kg (miligramo por kilogramo), es decir menos una décima parte por millón, mientras que la Cipermetrina se encontró en concentraciones menores a 0,12 mg/kg o 0,12 partes por millón. Si bien estas concentraciones parecen extremadamente bajas, para tener una referencia, las comparamos con el Limite Residual Máximo (LRM) que establecía la Unión Europea al momento que se cosecharon las mieles. Encontramos que, para las cuatro sustancias, había al menos una muestra de miel cuya concentración era igual o superior a ese LRM, es decir, concentraciones mayores a las permitidas en mieles para el consumo humano en la Unión Europea. Esto debe encender una luz de alerta sobre el impacto en la salud de las abejas, agricultores/as apicultores/as y de la población en general.
Como las mieles contienen granos de polen de las plantas en las que las abejas recolectan néctar y/o polen, es posible caracterizar la “diversidad” de especies vegetales en las mieles en función de la cantidad de granos de polen de las distintas especies vegetales presentes en dichas muestras. Encontramos que las mieles cuyo contenido de polen reflejaban más diversidad de especies vegetales tendían a contener un menor número de plaguicidas diferentes. Si bien el número de muestras fue limitado y la evidencia estadística moderada, este resultado apunta a la necesidad de explorar la relación entre la diversidad de plantas en los ecosistemas o en la dieta de las abejas y los riesgos de que las abejas encuentren plaguicidas en el paisaje, los ingieran o almacenen en los panales como néctar o miel o ensilen en el polen como reserva proteica.
¿De dónde vienen esos plaguicidas? No encontramos estadísticas oficiales sobre qué sustancias se comercializan y aplican en los cultivos de la región, por lo que responder a esta pregunta debería ser una prioridad a futuro. Si bien al momento en que se cosecharon esas mieles, todas estas sustancias estaban permitidas en la legislación argentina, actualmente dos de ellas (el Dichlorvos y el Chlorpyrifos) no están permitidas. Es por esto que también es necesario realizar nuevos relevamientos en la zona para evaluar si esta situación ha cambiado desde la entrada en vigor de estas regulaciones. Estos resultados indican, por un lado, el potencial de las colmenas de abeja, para detectar sustancias contaminantes en el ambiente y, por otro lado, riesgos para los polinizadores, las abejas y la salud humana, incluida la de los trabajadores del campo y los consumidores de miel y otros productos de la colmena, entre otros alimentos de origen agropecuario.
Para reducir el riesgo de intoxicación aguda de colmenas con plaguicidas se recomienda no fumigar durante la floración del cultivo. De ser inevitable, no hacerlo en horas del día en que las abejas y otros polinizadores están en las flores del cultivo y tapar las piqueras para evitar la salida de las abejas de la colmena para mitigar el impacto y principalmente mantener una comunicación permanente entre agricultores/as y apicultores/as. Desde una perspectiva agroecosistémica, la eliminación de pesticidas de alta y moderada peligrosidad, el reemplazo de plaguicidas de síntesis por productos orgánicos, el manejo integrado de plagas, la adopción de prácticas agroecológicas y el fortalecimiento de las regulaciones sobre el uso de pesticidas, monitoreos de residuos en mieles y otros alimentos, son medidas urgentes para cuidar la salud de los ambientes, las abejas y por, sobre todo, las personas.
Este trabajo fue posible gracias a la colaboración de apicultoras y apicultores de la Comarca Andina del Paralelo 42 y realizado por un equipo interdisciplinario de investigadores e investigadoras del Grupo de Ecología de la Polinización (INIBIOMA, CONICET-Universidad Nacional del Comahue), el Instituto de Investigaciones en Producción Sanidad y Ambiente (IIPROSAM). CONICET-UNMdP. Centro de Asociación Simple CIC PBA y el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) SORPAT, Dirección Patagonia Norte, Departamento de Servicios Analíticos Industriales y fue publicado en la revista científica “International Journal of Pest Management”. Resultados preliminares del mismo fueron presentados previamente en jornadas y congresos locales y nacionales.
Autores: Bogo, G., de Groot, G. S., Medici, S., Winter, J., Aizen, M. A., & Morales, C. L. (2023). Honeys from Patagonia revealed notable pesticide residues in small-scale agricultural landscapes in the past decade. International Journal of Pest Management, 1-9. Se puede descargar por un tiempo limitado del siguiente enlace o solicitar a las direcciones de contacto:
https://www.tandfonline.com/eprint/MJNM5HWWENRVHFMWZJHX/full?target=10.1080/09670874.2023.2185313
Contactos:
Grecia de Groot grecia.degroot@comahue-conicet.gob.ar
Carolina Morales moralesc@comahue-conicet.gob.ar
Grupo de Ecología de la Polinización