Las turberas son un tipo de humedal que poseen una diversidad única con diversas especies de musgos y plantas, como las carnívoras (Pinguicula chilensis). Las características de la flora varían entre turberas y pueden ser un factor determinante, por ejemplo, para el ciclo de carbono. Su descomposición lenta acumula materia orgánica en capas de turba que, históricamente, fueron utilizadas por la humanidad como fuentes de combustible alternativa a la madera. Estos ambientes tienen una importancia ecológica ya que absorben más dióxido de carbono (CO2) por fotosíntesis del que emiten por respiración en la descomposición tanto en el suelo como en el agua. Por esto, se reconocen como sumideros o reservorios de carbono y mitigadores relevantes de los cambios globales ambientales, como el cambio climático.
Un grupo de especialistas del CONICET Patagonia Norte realizó una campaña para estudiar una turbera en la Patagonia, precisamente, en la selva valdiviana. La misma se encuentra ubicada en la zona de Puerto Blest, en el extremo oeste del Parque Nacional Nahuel Huapi. Dicho estudio tiene como fin caracterizar la diversidad de especies de la vegetación, evaluar las características físicoquímicas del agua de los pozones y comparar las tasas de descomposición en dichos pozones con otros humedales de la zona; y además, medir las emisiones de gases de efecto invernadero.
“Algunas turberas, por sus características, tienen un pH bajo con concentraciones de nutrientes limitantes, sobre todo el nitrógeno. Por ejemplo, crece un musgo Sphagnum característico de las turberas y también, plantas carnívoras que adquieren el nitrógeno de animales y no de la tierra. Esta turbera es diferente a otras ya que tiene árboles, arbustos, ciperáceas y otras plantas que la hacen mucho más rica en biodiversidad” sostiene la investigadora Verónica Díaz Villanueva del Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo). El musgo Sphagnum tiene forma esponjosa y cumple un rol como retenedor de agua, principalmente, y de la humedad alrededor de las plantas.
Sobre este trabajo de exploración y estudio de la turbera, Díaz Villanueva expresa: “Lo que nos interesa es su función, la absorción de dióxido de carbono porque se conoce que son acumuladoras de materia orgánica y la descomposición es muy lenta. Justamente, por el cambio climático, aumenta el dióxido de carbono en la atmósfera y su conservación puede ser un paliativo para esas problemáticas ya que son sumideros de carbono, en otras palabras, lo eliminan de la atmósfera”.
Javier Grosfeld, biólogo, profesional principal en el CONICET Patagonia Norte detalla “es un ambiente muy particular, se encuentran plantas muy peculiares que en general solo crecen ahí y tienen una distribución muy restringida porque están todo el tiempo con agua. Entonces, tienen un mecanismo en las raíces que le permiten sobrevivir en un ambiente estresante con esas condiciones”. En ese sentido, Grosfeld afirma que es importante su conservación ya que si se afecta la turbera repercute en su biodiversidad única. “Conservar la biodiversidad contribuye al sostenimiento de los procesos ecológicos que se desarrollan en ese ambiente particular. En el caso de la turbera de Puerto Blest se puede destacar que es una de las que posee mayor biodiversidad, que no se encuentran en otro lugar de Argentina, lo cual representa una singularidad” finaliza el especialista. En la zona de Blest, correspondiente al límite de la selva valdiviana, se observan helechos de grandes dimensiones, alerces, coihues y hongos de diferentes colores y tamaños.
También participaron del estudio Florencia Cuassolo, Marcela Bastida Navarro, Candela Madaschi del INIBIOMA (CONICET-UNCo), Andrea Enriquez, Tania Valicenti, Esteban Pizzio del IFAB (CONICET-INTA) y Cecilia Nuñez de la Administración de Parques Nacionales - Nahuel Huapi.