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Qué impacto tendrá el invierno seco en los bosques

Juan Paritsis, es Dr. en Biología, especialista en Ecología de los Bosques e investigador del CONICET en el INIBIOMA, UNCo. En esta oportunidad fue consultado por ANBariloche sobre las condiciones climáticas actuales.


La falta de nieve y lluvias genera preocupación. En algunos sectores declararon la emergencia hídrica. El verano podría ser crítico.

El clima es una de las preocupaciones del momento. Luego de un verano con altas temperaturas y un otoño con pocas lluvias, el invierno llegó prácticamente sin precipitaciones y con días que recuerdan casi a la primavera. El impacto en la naturaleza es inmediato, pero también genera una gran preocupación a futuro.

“Los pronósticos son poco promisorios: habrá sequías más frecuentes y severas y esto va a tener un impacto muy importante en los bosques”,  indicó Juan Paritsis, biólogo y especialista en ecología de los bosques del Inibioma-Conicet, en diálogo con ANB.

Paritsis explicó que en la naturaleza existen “umbrales”, que son límites en el funcionamiento de un ecosistema. Si las condiciones externas generan que se sobrepasen estos límites, “se dan cambios muy abruptos que suelen ser imposibles de revertir”.

Los pronósticos son "poco promisorios" indicó el biólogo Juan Paritsis. (Foto: Marcelo Martínez)

Si bien las modificaciones en el ambiente existen, suelen ser tan graduales que no las llegamos a advertir, exceptuando que haya incendios o deforestación, pero “con estos cambios climáticos tan llamativos y abruptos, se generan impactos en la vegetación muy repentinos. Se dan retroalimentaciones que no eran para nada esperables”, indicó.

Las condiciones climáticas actuales no son únicas, pero hacía muchas décadas que no se registraban años tan secos y bajantes tan grandes en las cuencas hídricas. Para el biólogo, esta situación no solo se va a repetir, sino que se agravará con el paso de los años y esto traerá efectos negativos en nuestros bosques.

Las condiciones actuales pueden aumentar el riesgo de incendios forestales. (Foto: Marcelo Martínez)

“En general, los estudios que se han hecho sobre sequías, corresponden a las épocas de verano y primavera, pero la de invierno es significativa ya que un invierno seco causa una reducción en las napas que utilizan los árboles para crecer e hidratarse”, señaló Paritsis.

Con napas húmedas, los árboles y la vegetación de los bosques de la zona, logran mantenerse durante los días de altas temperaturas de verano, pero con inviernos como el que atravesamos, se generan déficits hídricos que pueden desencadenar grandes problemas.

Acorde a lo que explicó el biólogo, las causas de los incendios pueden ser muy “heterogéneas”: es decir que puede haber inviernos muy húmedos, como el de 2020, pero olas de calor durante varios días durante el verano, y esto ya es suficiente para que se den las condiciones “propicias” para el fuego. “Lo que ocurre es que el combustible forestal está seco y ante cualquier foco de fuego como una fogata mal apagada o un rayo, se desata un incendio”, señaló.

“Estamos complicados en diferentes niveles”, consideró el experto y añadió que “por más que el invierno no sea tan seco, las temperaturas tan altas en verano, no ayudan”. En este sentido también detalló que, a pesar de ser la temporada seca, en la época estival solía haber días de precipitaciones que colaboraban con los bosques, pero “cada vez llueve menos en la temporada de calor y temperaturas son cada vez más altas”.

La falta de napas húmedas contribuye a un verano más seco de lo esperado. (Foto: Marcelo Martínez)

Este conjunto de condiciones genera efectos directos e indirectos en la vegetación. “Los directos son la mortalidad en poblaciones (de vegetación) que son susceptibles como los renovales con raíces superficiales o árboles muy viejos”, detalló.

En este sentido señaló que en el caso de la muerte de renovales, árboles muy jóvenes o pequeñas plántulas, “tiene un impacto muy grave porque son el futuro de los bosques”. La falta de un “clima propicio hace que especies como lengas o coihues no puedan regenerarse durante los primeros años después de un incendio por ejemplo”, señaló.

Esto tiene una incidencia en los cambios que se registran en la vegetación y en el aumento de incendios ya que a falta de árboles, crecen y se expanden las especies tipo matorrales, y así, “las condiciones son más propicias para el fuego los matorrales son más inflamables y tienen un sistema de propagación distinta a de los bosques mediante el cual regeneran fácilmente luego de un incendio”, sostuvo.

A esta situación hay que sumarle también el “factor social”, que explicó Paritsis generan más ignición debido a la expansión de las poblaciones y la llegada de mayor cantidad de gente a sitios donde antes no había movimiento humano o era muy escaso.

“Todo sumado, es un coctáil bastante negativo para el futuro de nuestros bosques”, concluyó el biólogo. (Foto: Marcelo Martínez)

Pero también, el escenario es muy distinto de acuerdo a la zona donde nos encontremos. En la estepa, las condiciones y la vegetación son muy diferentes y estas disimilitudes también se ven en los incendios.

Por ejemplo, en nuestra región, los bosques que no reciben suficiente cantidad de agua a lo largo del año por escasas precipitaciones, tienden a tener sus hojas y ramitas más secas y convertirse así en material combustible que ante cualquier posible foco de fuego, generen un incendio forestal de gran magnitud, mientras que en la estepa hay mucho menos cantidad de combustible. “Si hay sequía en invierno y primavera, no hay tanta acumulación de combustible nuevo en la estepa por lo que en el verano puede haber menos riesgo de incendios mientras que si llueve en la primavera, cuando las plantas crecen mucho y después viene un verano seco, son condiciones propicias para el incendio en este ambiente”.

“Hay un consenso global entre el mundo científico sobre la causa de los cambios que atravesamos y está dirigido a nuestras acciones como humanos desde la Revolución Industrial en cuanto a la producción de gases de efecto invernadero”, detalló Paritsis.

Lamentablemente, las sequías, el aumento poblacional, los descuidos y los focos intencionados, son condiciones justas para los incendios que especialmente en verano, afectan a la región. “Todo sumado, es un coctáil bastante negativo para el futuro de nuestros bosques”, concluyó el biólogo. (ANB)