Día Mundial de la Vida Silvestre
Trabajo de abeja
Investigadores del CONICET estudian el rol de estos insectos en los cultivos de peras y manzana para mejorar su producción en forma sustentable.
En 1910 en las provincias de Río Negro y Neuquén se inició la producción de fruta de pepita, principalmente manzana y pera, alentada por la colonización y la llegada del ferrocarril. Desde entonces miles de hectáreas en la margen norte del Alto Valle del Río Negro y en la confluencia del río Limay y Neuquén se destinan a su producción, ya que la fruticultura es la principal actividad económica de la región. Esta producción es destinada tanto al mercado interno -el consumo anual promedio por habitante ronda los 7 kg de manzana y de 2,2 kg de pera- como al internacional, convirtiendo al país en uno de los principales exportadores del mundo.
Argentina produce anualmente 1,8 millones de toneladas de manzana y pera. Uno de los factores que influyen en la productividad de la cosecha además del riego, los nutrientes y las plagas, es la polinización. En la mayoría de los cultivos este transporte de polen de una flor a otra lo hacen animales. Los más comunes son los insectos, principalmente las más de 20 mil especies de abejas pero también otros como moscas, escarabajos o incluso mariposas.
Teniendo en cuenta la importancia del buen transporte de polen, Lucas Garibaldi, investigador adjunto del CONICET en el Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (IRNAD) de la Sede Andina de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN) estudia, junto a su equipo de investigación, el desarrollo de tecnologías de procesos que tienen como objetivo cambiar el método de producción de peras y manzanas en el Alto Valle de Río Negro y Neuquén para lograr mejor cantidad y calidad de esos frutos a través de la optimización de la polinización.
“Estudiamos cómo aumentar la producción sin perjudicar el medioambiente, pero tratamos de ir un poco más allá: ¿cómo los ambientes saludables pueden potenciar la producción? En ese sentido, estamos tratando de fomentar la diversidad de especies silvestres en las chacras. No estamos generando un producto nuevo en términos del fruto. La manzana va a seguir siendo una manzana pero mejoramos su calidad a través de la polinización porque esta aporta un mayor contenido de azúcares y mejores formas, que es algo que en el mercado se valora mucho”, agrega Garibaldi.
El ingeniero agrónomo explica que optimizan la polinización a través de cambios el manejo de las colmenas de la abeja melífera y de la incorporación de abejorros nativos.
“Estamos evaluando distintos métodos de manejo de las abejas melíferas. La pera y la manzana florecen temprano y muchas de las colmenas se llevan a las chacras pero no tienen la sanidad apropiada, una reina con genética adecuada ni el tamaño poblacional necesario para poder tener la fuerza para polinizar correctamente. Estamos creando protocolos de estandarización de lo que serían las buenas colmenas. Comparamos manejo tradicional con estandarizado y estamos viendo qué combinación de número y disposición espacial de colmenas son necesarias en las chacras”, comenta Garibaldi.
En este sentido, el investigador destaca la importancia de la biodiversidad de polinizadores y combinar la presencia de la abeja melífera con los abejorros nativos para potenciar la polinización. Los abejorros nativos presentan ciertas ventajas y se complementan con las abejas: por ejemplo están activos a temperaturas más bajas y visitan otras partes de la planta.
El proyecto vincula dos sectores productivos: el sector apícola, que al instalar las colmenas en los campos obtienen miel y, por otro lado, al sector frutícola que al recibir las colmenas aumenta la calidad y cantidad de la producción de manzanas por una mejor polinización.
“Trabajamos con las asociaciones de productores y en fincas privadas. Desarrollamos protocolos que intentan mejorar el funcionamiento y la comunicación entre esos dos sectores, tratando de fomentar la responsabilidad de cada una de las partes. Por ejemplo que el productor frutícola se comprometa a hacer un uso racional de insecticidas, que no los apliquen sin avisarle al apicultor para que tenga la posibilidad de proteger sus colmenas. Pero, como contraprestación, que se comprometa a poner colmenas de buena calidad certificadas y bien ubicadas”, asegura Garibaldi.
La información generada sobre el rol de la polinización en la calidad de los cultivos de manzana y pera puede ser aplicada en otros cultivos. Tres cuartas partes de las especies cultivadas se ven beneficiadas en alguna medida por la acción de insectos polinizadores.
Garibaldi destaca el apoyo de múltiples organizaciones provinciales y nacionales como Centro PyME Adeneu de la provincia de Neuquén, Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), CRUB-INBIOMA e IRNAD-UNRN.
Fuente: CONICET